Aquel plato era el paradigma de los platos "sin techo" en el mundo de los platos. Era respetado en este mundillo, tenía un rincón más o menos apacible al lado del sofá del comedor, en una mesita donde también vivía Paula, el paradigma de las muñecas prostitutas alcohólicas. Ningún otro plato le molestaba, ni siquiera otros enseres. Pero a pesar de ser un plato llano tenía el estómago de uno hondo, y necesitaba comer. Sin embargo, un buen amigo, Nabuco, le daba cada semana las sobras de su pizza. Y sólo se las daba a él. A ningún otro plato. Semana tras semana.
martes, 24 de agosto de 2010
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