miércoles, 31 de marzo de 2010

Locura transitoria

Me cabreaba, y me aliviaba a la vez, su capacidad momentánea, esporádica y nómada para ser más inmadura que yo.

Relación no existente en plano material

Se despidió de mí. Se disponía a escribir un nuevo relato. "Hay que ver cómo me inspiras, siempre lo has hecho. Con los versos que yo te hubiese escrito... Ahora tengo que conformarme con escribir sobre su belleza inexistente". Concluí que lo que no tocan las manos, no se corrompe.
Decidimos que salíamos ganando, al fin y al cabo.

Cambiemos Barcelona por Madrid

Le dije que él ahora era ella. Y se acordó de Vicky Cristina Barcelona.

Esa vieja costumbre de etiquetar

- ¿Entonces qué eres? ¿Heterosexual, homosexual, bisexual...?
- Soy stereosexual. Oigo canciones mientras me lo monto.

Conectores no casuales

- ¿Estás con ella a pesar de ser chica? Qué bonito.
- No. Estoy con ella gracias a que es una chica.

Comunicación no verbal

Una noche, a finales de diciembre, me envió un mensaje. "¿Crees que todo esto es pasajero?"
Bajé en pijama a la calle. Al cajero automático. Para poder recargar el móvil. Para poder contestarle. Para decirle aún no sabía qué.
Y sin darme cuenta, le estaba contestando.

Si yo te contara

Pero no me enamoré de ella únicamente por lo buena que era en la cama.
En el baño, en el sofá, en la cocina, en el metro... también era espectacular.

Respuestas incómodas para preguntas estúpidas

Alguien me preguntó cómo me había enamorado de ella si yo era heterosexual.
"Es demasiado buena en la cama" tuve que contestarle.

She's the one

Fue la primera -y la única- en descubrir mis américas. Corporal y mentalmente hablando.

Los desperdicios

Él me regaló un cuento sobre un gato y un vagabundo. Él ya no está. Pero el gato, el vagabundo y el cuento siguen colgados en mi pared.

Ciencia

Nunca fui buena en matemáticas.
Pero cuando me dijo que no éramos un 1 + 1, sino 2, lo entendí.

Antesde y despuésde

Nosotras no tenemos una fecha concreta para celebrar lo que hubo entre el antesde y el despuésde. Tenemos un período de tres días, todos ellos necesarios para que exista algo entre el antesde y el despuésde.

Paraella

Me dijo que su meta en la vida era hacer algo digno de recordar. Y yo me la imaginé cocinando una paella gigante, de las que baten récords.

Simulacro maternal

Echar de menos implica una distancia. Así que, mamá, prefiero echarte de menos.

Cuestión de criterios

Si Dios bajase (o subiese) y me dijese que el destino está escrito, me reiría. Ahora, si bajase Punset y me dijese eso mismo, otro gallo cantaría y otra gallina callaría.

martes, 30 de marzo de 2010

(no) Preocupación

Mi psicólogo, ángelEpunto, dice que soy mefistotélica y algo freak.
Ahora estoy preocupada. A pesar de saber eso, por las noches duermo extrañamente bien.

Cuestión de nombre

No me mires, no me he maquillado. ¿Me puedo duchar mientras tú estás en el baño? Tienes un nido de calcetines debajo de la cama. ¿Hoy dormimos en tu casa o en la mía? Qué guapa estás hoy. Me gusta tenerte en casa. ¿Qué comemos? ¿Me quieres? Te quiero.
No es rutina, es un nuevo síndrome conocido como "alternativa reincidente voluntaria". Qué bien sienta.

Pieza salvavidas

Nada más nacer se me resbaló la vida. Cayó al suelo. Se despedazó. Qué mala suerte, qué torpeza la mía. Mi vida venía en forma de caja, nada especial por cierto. Desde entonces y hasta ahora he buscado los malditos trozos de la caja. La mayoría eran minúsculos, sólo encontré dos o tres trozos más o menos grandes. Mejor dicho dos, uno de los tres trozos resultó que no era un trozo para mi caja, sino que pertenecía a otra vida de otra persona tan torpe como yo. Bien, me deshice de esa pieza, por fin. Entonces la vi. Pensé que, quizá —y era un quizá muy remoto— ella podría ser una pieza. La conocí, y del “podría” pasé al “¿será?”. La cogí, poco a poco, como pude. No era fácil. Estaba afilada, podía hacerme daño. La atrapé. La encajé en mi vida, digo, en mi caja. Y sí. Es una pieza, la más grande, por cierto. Tan grande, tan grande que resultó ser la tapa de la caja. Ahora estoy a salvo.

La importancia del abecedario

Los políticos politizan, politizan, politizan, politizan todo. Un día conocí a uno que politizaba tanto, que con la confusión y el desenfreno acabó cambiando la “t” por una estúpida “n”. Empezó a polinizar, polinizar, polinizar, polinizar. Y claro, se convirtió en polilla. Vaya destino. Creo que el otro día mi vecino del tercero la zapateó vilmente y sin escrúpulos cuando la vio en el ascensor.

Fanizada

Me encallé en su boca, y no sé cómo pero decidí simular mi propio naufragio